INSTRUCCIONES PARA AMAR A PARIS EN BARRIO DE MIERDA
Literaturaoctubre 3, 2019
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Por Stivaleit Guerrero
VERO TIEMBLA
Vero tiembla, azota la ramita que encontró en el patio cuando Alfredo la sacó a caminar. Quiere pero no toca a su esposo con ella. No puede, está amarrada a la silla metálica con un chal. Él besa su mentón miel surcado.
—Ya ves, gordo—dice la comadre de lejos—así me tienes que tratar, con cariño.
—Sí, gorda, pero ella está enfermita. No puede hacer nada por sí misma, no chingues. Estuvieron casados por cuarenta años. Que se dio cuenta de que algo andaba mal cuando ella empezó a fallar con los pagos de la casa, sencillas sumas y restas. ¡Antes de todo tenía tantos sueños para su retiro…! Míralo, su sonrisa es pasiva, resignada.
—¿Crees que la enfermedad se haya desencadenado debido a una infidelidad de parte de él?
—Oh, sin duda. ¿Además, qué otra razón podría tener para cuidarla tan devotamente sino una sincera y penetrante culpa?
SUICIDIO DEL POBRE QUE NADA TIENE, QUE NADA DEBE
En mis pensamientos imagino una vida diferente. En algún otro universo habré nacido más fuerte, más bueno, más bello.
En este herbaje pegajoso que aclama el poder del mar invertido, permanezco a expectativa de desenlace. Qué milagro tan inesperado, haber muerto primero por el mundo y al final haber nacido de uno mismo.
Se avecina una tormenta, el guardabosque te desea la muerte: por haberte jactado de útil, por haber completado el ciclo. Bien debí haber escuchado la advertencia de mi madre. Todo amor, incluso el escupido con buena entonación como el mío, causa la muerte. Aquí quedan mis pájaros bajo la sombra del pino.
Uno no muere de amor, dicen. Pero suicidio es a fin de cuentas, del pobre que nada más ofrece. De pensamientos consumidos en la poca cordura, de suspiros que quitan nervio al pulmón, de laceradas en el corazón, en el hígado, en la costilla, de eso muere uno.
Tengo un tic nervioso que no se me quita. Pero no hay prisa, ya se me quitará.
INSTRUCCIONES PARA AMAR A PARIS EN BARRIO DE MIERDA
Parece que no pero los lunares se mueven, sólo hay que prestar atención.